Una reflexión
para esta época especial que vive la humanidad: “las personas son a menudo los carpinteros de
sus propias cruces” dijo San Felipe Neri, italiano nacido en Florencia 1515.
La naturaleza nunca perdona y ha puesto un basta
ya a la atrevida devastación a la que le hemos
sometido durante mucho tiempo. Quedamos atónitos al constatar que un diminuto
pero agresivo virus ha puesto a temblar a la humanidad entera; obligar a una recesión
global profunda a una sociedad de despilfarro y abundancia con desconocimiento
total de valores, atropello a la familia; una sociedad donde prevalece el
materialismo, culto al cuerpo, modas, sexualidad, vocabulario insolente que
hiere los oídos, drogas, terror, endiosamiento del yo, del poder, corrupción a
todo nivel y ese esfuerzo por conseguir un status que nos lleva al stress,
angustia y desolación.
Y qué decir de las redes
sociales que, si bien han transformado al mundo con información importante y
este momento gracias a la globalización nos mantiene unidos a los seres que se
encuentran lejos de casa y a las
noticias que se generan minuto a minuto, también han producido una herida
profunda psicológica y emocional que genera un individualismo enfermizo en personas
de todas las edades y han estropeado la invalorable costumbre de la
comunicación verbal.
Lo maravilloso de este momento es que, al
obligarnos a poner un alto para mantener la salud, se ha dado un respiro a la
naturaleza que agradecida se recrea devolviéndonos la flora y fauna.
Podemos apreciar montes, valles y los mares comienzan a recuperarse invitándonos
a disfrutar de sus riquezas naturales, ocupando por fin ese espacio que
despiadadamente les habíamos usurpado.
Este encierro obligatorio cambiará nuestro
futuro. Salir adelante luego de esta etapa será todo un reto. Tendremos que
cambiar nuestra forma de pensar para cambiar nuestra forma de vivir.
Creo que la humildad es sinónimo de verdad y
ahora más que nunca debemos ser humildes para aceptar esta realidad corrigiendo
nuestros errores y comprometiéndonos a cambiar y vencer esta impredecible
batalla con: solidaridad, disciplina, respeto, gratitud imperecedera a todos
los grupos de trabajadores y gremios de voluntarios que en sus diferentes ramas
están dando sus conocimientos y muchas veces su vida por nuestra salud e
integridad.
Agradezcamos al señor por todo lo que hemos
recibido durante nuestra vida y por la oportunidad que tenemos de ser parte de
este cambio que con voluntad, fe y esperanza lo lograremos.
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