miércoles, 24 de septiembre de 2014

Valor Septiembre, La paciencia



LA PACIENCIA
Difícil que pretendamos pedir mucha paciencia ó reflexión a un niño. Qué difícil practicarlo y aún más difícil tener paciencia para enseñarlo. Solo el tiempo, la buena educación y el control del carácter nos enseñarán a tener paciencia.
La paciencia es un arte, es saber aguardar, esperar el tiempo suficiente para que no nos afecte, es signo de resignación razonable ante lo inevitable. Para ser pacientes hay que ser fuertes, seguros, tolerantes; los débiles se irritan con facilidad, se retraen, desaniman, se abandonan, protestan. Los orgullosos no se rebajan a esperar.
Es imposible que sepamos aguardar si no tenemos esperanza, deseos de que se cumpla un compromiso, una cita, un acuerdo, un ofrecimiento, ese algo que nos haga sentir bien, que nos ayude a vivir, a superar dificultades en el hogar, el trabajo, la profesión,  simplemente a compartir.
Un factor importante es aprender a decir “no” cuando la inseguridad ronda en nuestra decisión, caso contrario, vendrá el desaliento, la frustración, porque presumíamos que aún con paciencia, las cosas no se iban a dar. Es una cuestión de equilibrio educativo que debemos aplicarlo primero en nosotros mismos. Si no confiamos en educarnos nosotros, ¿cómo pretendemos exigir a la pareja, los hijos, nietos, familia, amigos, en nuestro grupo social? Esta educación se basa en la seguridad de que todos debemos cambiar y poner de parte para mejorar.
La impaciencia provoca ira, histeria, explosión, nerviosismo, violencia y ante la violencia, lo mejor será responder con paciencia, con actitud serena, pacifica pero atenta, para frenar impulsos hasta que se hayan calmado los ánimos. El movimiento físico, el gesticular nervioso, el levantar la voz, etc. Solamente consiguen alterar los nervios de los demás y provocar el descontrol.  Algunos aconsejan contar hasta diez. Dificil pero no imposible y sobretodo práctico y provechoso en  la vida real.
En nuestro caminar diario tenemos necesidad de aguardar con gran dosis de paciencia en las instituciones, en el hogar, en los bancos, el médico, transportes, servicios sociales, en los restaurantes, etc.etc. Y nuestra actitud y reflexión oportuna pueden constituir en los demás una lección acerca del sentido positivo  de la espera razonada.
Saber esperar es señal de madurez y confianza y nos dará mayor oportunidad de éxito en nuestras relaciones. Cuando tenemos todo previsto en cuanto a medios y necesidades, tiempo, consecuencias, solo nos queda esperar con paciencia los resultados y si algo no resulta, no desesperar. Saber que esta experiencia es un peldaño para seguir adelante.
“la paciencia es la fortaleza de quienes saben esperar”  
 Betty de Espinosa

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