LA PACIENCIA
Difícil que pretendamos
pedir mucha paciencia ó reflexión a un niño. Qué difícil practicarlo y aún más
difícil tener paciencia para enseñarlo. Solo el tiempo, la buena educación y el
control del carácter nos enseñarán a tener paciencia.
La paciencia es un arte,
es saber aguardar, esperar el tiempo suficiente para que no nos afecte, es
signo de resignación razonable ante lo inevitable. Para ser pacientes hay que
ser fuertes, seguros, tolerantes; los débiles se irritan con facilidad, se
retraen, desaniman, se abandonan, protestan. Los orgullosos no se rebajan a
esperar.
Es imposible que sepamos
aguardar si no tenemos esperanza, deseos de que se cumpla un compromiso, una
cita, un acuerdo, un ofrecimiento, ese algo que nos haga sentir bien, que nos
ayude a vivir, a superar dificultades en el hogar, el trabajo, la
profesión, simplemente a compartir.
Un factor importante es
aprender a decir “no” cuando la inseguridad ronda en nuestra decisión, caso
contrario, vendrá el desaliento, la frustración, porque presumíamos que aún con
paciencia, las cosas no se iban a dar. Es una cuestión de equilibrio educativo
que debemos aplicarlo primero en nosotros mismos. Si no confiamos en educarnos
nosotros, ¿cómo pretendemos exigir a la pareja, los hijos, nietos, familia,
amigos, en nuestro grupo social? Esta educación se basa en la seguridad de que
todos debemos cambiar y poner de parte para mejorar.
La impaciencia provoca
ira, histeria, explosión, nerviosismo, violencia y ante la violencia, lo mejor
será responder con paciencia, con actitud serena, pacifica pero atenta, para
frenar impulsos hasta que se hayan calmado los ánimos. El movimiento físico, el
gesticular nervioso, el levantar la voz, etc. Solamente consiguen alterar los
nervios de los demás y provocar el descontrol.
Algunos aconsejan contar hasta diez. Dificil pero no imposible y
sobretodo práctico y provechoso en la
vida real.
En nuestro caminar diario
tenemos necesidad de aguardar con gran dosis de paciencia en las instituciones,
en el hogar, en los bancos, el médico, transportes, servicios sociales, en los
restaurantes, etc.etc. Y nuestra actitud y reflexión oportuna pueden constituir
en los demás una lección acerca del sentido positivo de la espera razonada.
Saber esperar es señal de
madurez y confianza y nos dará mayor oportunidad de éxito en nuestras
relaciones. Cuando tenemos todo previsto en cuanto a medios y necesidades,
tiempo, consecuencias, solo nos queda esperar con paciencia los resultados y si
algo no resulta, no desesperar. Saber que esta experiencia es un peldaño para
seguir adelante.
“la paciencia es la
fortaleza de quienes saben esperar”
Betty de Espinosa
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