martes, 1 de abril de 2014

Valor Abril: La Libertad



La libertad, un valor fundamental por el que se ha luchado desde inicios de la humanidad. Nos encontramos ante el valor más comprometido y más frágil, el más deseado y a la vez, el más temido; el que nos trae las mayores satisfacciones y los mayores disgustos, el que se presta a chantajes y abusos. Es el valor que marca nuestras vidas.

Todos queremos ser libres, pero como seres humanos estamos sometidos a condiciones anatómicas, físicas, temporales, de espacio, sobre las que nuestra voluntad puede intervenir poco o nada. El frio, el calor, el hambre, el sueño, el cansancio, la digestión, las enfermedades, el placer, el amor, el dolor, los cambios del planeta, la muerte, nos avasallan.

Como seres humanos, somos racionales, capaces de pensar, sopesar, valorar, decidir, imaginar y por ello, la vida nos premia o nos castiga. Es el fruto de nuestra libertad que nos permite deliberar sobre nuestros actos, de lo que por ella pudimos hacerlo en forma óptima, o podríamos haberlo hecho mejor o no haberlo hecho. Sin la libertad sería imposible hablar de derechos y obligaciones, simplemente, no existirían leyes.

La libertad definitivamente va vinculada al resto de valores humanos y es peligrosa si anda suelta. La hipertrofia de cualquier valor es perjudicial pero, la hipertrofia de la libertad, es fatal.  Ser libre es aprender a actuar, a elegir, a respetar la libertad de los demás, a ser feliz, a dudar, a aceptar los errores, las consecuencias de nuestras decisiones,  a no extrañarnos de habernos equivocado, a arrepentirse, a pedir perdón.

Parece paradójico,  en la era de la cibernética, la libertad ha trastocado su verdadero valor. Nos hemos hecho adictos a la tv., no podemos imaginar la vida sin un celular, sin la tablet, vivimos sometidos a aparatos electrónicos, a programas que nos obligan a declinar nuestra libertad, nuestro tiempo, manipulan nuestros sentimientos, el verdadero yo para caer en el egocentrismo. La globalización nos ha quitado la privacidad, somos un número que en cualquier lugar del mundo nos identifica.

Nos vemos absorbidos por el materialismo. Los objetos fueron hechos para ser usados y los seres humanos fuimos creados para dar y recibir amor. El mundo está enfermo, está mal, porque se aman y se da prioridad a los objetos y se usan y abusan de las personas. Los diferentes tipos de droga están acabando con la personalidad, con la vida y otras drogas disfrazadas en la moda, las marcas, la publicidad, el libertinaje en todos los ámbitos, el amor empobrecido a su máxima expresión, la violencia, la vulgaridad y la grosería como trofeos de las nuevas generaciones. 

La droga del poder político, económico, social que da cabida para que nos manejemos como piezas de ajedrez, que se mueven al antojo, sin medir consecuencias, el asunto es ganar, ganar y ganar. Me pregunto, quien? Somos seres de paso y la historia está plagada de grandes hazañas que han dejado “triunfos”, muerte y desolación.

Qué paso con el sentido esencial de “familia”, de hogar, de pareja. Donde quedó el respeto a padres e hijos, a los ancianos,  las autoridades, etc. Qué mundo estamos dejando a nuestros descendientes? Debo ser optimista al pensar que al estar pisando fondo, como seres pensantes vamos a sacudirnos para rescatar las cosas buenas y sencillas que nos da la vida, que viven en nosotros y por las que nos desesperamos buscando.

Hagamos un pare, en el hermoso silencio de nuestra intimidad y pensemos sinceramente, de qué libertad estoy hablando para mí, para los míos, los que me rodean, para los que me debo como cristiana, ciudadana común, voluntaria Kiwanis.

Hagamos buen uso de la maravillosa era de las comunicaciones y enriquezcámonos con lo verdaderamente importante para nuestras vidas. Una gran oradora nos decía: “mucha gente tiene tantas carreras que ya parece taxista, pero su yo interior esta vacío, triste, insatisfecho”.

Solo es libre el ser que piensa y es libre porque puede decidir sobre sí mismo.   

Betty de Espinosa