Este mes de
diciembre se recibe y desea con mucha
frecuencia paz y amor. Lo tomamos con tanta naturalidad que dejamos de lado su
verdadero significado.
Estar en paz es
señal de estabilidad, quietud, ser conciliador,
sentirse feliz, seguros de aquello que nos permiten gozar de las cosas
simples que la vida nos ofrece cada día, sin complicaciones, así, los
inevitables contratiempos deben
llevarnos siempre a una reflexión oportuna sobre la paz y la no violencia. Debemos demostrar con la práctica que el
acuerdo, el acercamiento afectuoso ahorran violencia y aportan paz.
Ser portador de paz
no significa ser tonto o dejado, todo lo contrario, hay que ser fuerte y tener
carácter para trabajar en paz y por la paz, se necesita auto-control para evitar
una actitud agresiva y hay que ser suficientemente responsables para reconocer
que a veces los nervios nos traicionan y saber pedir perdón, haciendo
prevalecer sobre todas las cosas la justicia.
Un hogar pacífico y
alegre es la mejor escuela de paz y sin duda, si vives en ese entorno, ese
sentimiento lo llevarás contigo y donde tú estés habrá esa hermosa sensación de
tranquilidad y amor. Porque la verdadera paz se consigue con la abundancia de bienes y valores
espirituales que nos hacen sentir libres.
El consumismo, el
materialismo, el mercantilismo, la publicidad que nos agobia y estresa nos ha convertido es esclavos del
sistema y hemos perdido el sentido real de
estas fiestas.
Deseo de corazón
que en estas fiestas de navidad y año nuevo,
nos propongamos entregar el más valorado regalo a los miembros de nuestro hogar y a todos quienes nos rodean
y disfrutemos de reuniones inolvidables
en verdadera paz.
Sinceramente,
Betty de Espinosa
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